El 11 de enero de 1948, a las 6:00 p. m., la emisora que hacía las veces de vocero oficial del gobierno, conocida con el nombre de La Voz Dominicana, retransmitió al aire el sonido ululante y triste de la sirena del periódico La Nación e interrumpió sus transmisiones para anunciar que en el Paraje de Río Verde, en las estribaciones de la Cordillera Central, cerca de Villa Altagracia y de La Cumbre, un avión de la compañía Dominicana de Aviación, que transportaba el equipo de béisbol de Santiago, bajo un torrencial aguacero, había sufrido un aparatoso accidente. Aquella noticia sobrecogió el espíritu y paralizó casi totalmente al pueblo dominicano, que en aquel entonces tenía una población que alcanzaba si acaso, dos millones quinientos mil habitantes.
En los días sucesivos, en los medios de comunicación escritos, que apenas eran dos o tres, y a través de los limitados programas noticiosos que se transmitían, comenzaron a darse los detalles de esta inesperada y dolorosa tragedia que enlutó por muchos años el deporte nacional, al pueblo dominicano y a las comunidades y provincias de donde procedían tal vez la mitad de los peloteros que integraban el equipo de béisbol de Santiago, que estaba integrado para competir en el Torneo Nacional de Béisbol Amateur, no solamente por jugadores de esa provincia sino también por jugadores de la ciudad capital, de Montecristi y de otras provincias del Cibao: capitaleños eran, Aníbal (Loro) Escalante, Pedro Báez (Grillo A) y Víctor Saint Clair (Papito Lucas); de Montecristi, Bombo Ramos, Miguel (Boquita) Rodríguez Jiménez y Miguel Tatis Rodríguez.
Comenzaron inmediatamente, manifestación lógica de un país subdesarrollado política y culturalmente atrasado y bajo el control de una férrea dictadura, a correr rumores y cuentos que se convirtieron en leyendas. El único sobreviviente del equipo y del grupo que viajaba en el avión accidentado que se dirigía de Barahona a Santiago fue Enrique (El Mariscal) Lantigua, inteligente y extraordinario receptor, que en lógica decisión había decidido venir por tierra a la capital y no hacer el viaje a Santiago. La decisión de Lantigua de no hacer el viaje por la vía aérea se convirtió luego en cuentos y suposiciones; al parecer el mismo Lantigua decía que había soñado que el avión había sufrido un accidente y como es natural sesenta años después, los cuentos y las versiones se han multiplicado, hasta el extremo de decir que el avión había sido derribado por fuego de artillería antiaérea, porque se llegó a sospechar que era una expedición contra el régimen de Trujillo.
El avión Douglas DC-4, de la Compañía Dominicana de Aviación, había volado de Barahona a Santiago bajo una tormenta tropical que caía sobre más de la mitad del territorio nacional y al llegar a Santiago las condiciones para el aterrizaje no eran buenas y la nave recibió autorización para venir al aeropuerto de la ciudad capital. El piloto del avión era el Capitán Ramón Maria Hernando y el co-piloto José del Carmen Ramírez Duval, teniente de la Aviación Militar Dominicana, que había sido en su natal San Juan de la Maguana un extraordinario atleta. Ramón Maria Hernando fue el primer capitán piloto de aviones comerciales dominicanos y era también capitán de la Aviación Militar, con más de tres años piloteando aviones comerciales.
En Montecristi se d
ecía que Bombo Ramos, al igual que Lantigua, no había tomado el avión y comenzó a circular el rumor de que lo habían visto en la capital; en Santiago montándose en una "guagua" de la Línea Sued, rumbo a Montecristi; en su pueblo natal lo vieron llegando al barrio de Santa Bárbara, donde vivía, con una maleta en la mano; y otros se encontraron con él en Loma de Cabrera, comunidad que visitaba con frecuencia porque tenía allí una novia. ¡Qué imaginación más extraordinaria y pintoresca tiene nuestro pueblo! Cuarenta y nueve años después todavía se dice que el avión fue derribado por fuego antiaéreo con proyectiles que salieron de un lugar donde no había artillería antiaérea ni de ninguna otra clase.
La Tragedia de Río Verde, dolorosa, imborrable, episodio que afectó el alma del pueblo, causó una herida tan profunda que no ha podido cicatrizar; y dejó huérfano de excelentes figuras al béisbol dominicano. Fue un accidente que obedeció a fallas o en la conducción del avión por el mal tiempo imperante o por la falta de combustible necesario para un vuelo que se había duplicado en su extensión. No obstante en una expresión del poder de decisión de nuestro pueblo, poco tiempo después la Selección de Béisbol Amateur Dominicana ganaba en Nicaragua, dos veces, en el 1948 y 1950, el Campeonato Mundial, celebrado en el moderno estadio de Managua, que había construido el gobierno dictatorial de Anastasio Somoza (padre). Estos dos triunfos marcaron el renacimiento del béisbol profesional en nuestro país. (Euclides Gutierrez Felix).
Por:
Carlos Martínez. Publicado en: Jueves, 10 de Enero de 2008 11:58:30 p.m.
Este viernes 11 de enero, la República Dominicana y su deporte nacional, el béisbol o conocido popularmente como "la pelota", celebra el llamado "Día Nacional del Pelotero (beisbolista) Dominicano", y con una justa razón, debido a que sus orígenes datan de uno de los momentos más trágicos que golpearon a los seguidores no solo a los del béisbol sino al deporte de la parte Este de La Española en general y a la vida de un país que pasó por la peor pesadilla de su historia nacional.
El 11 de enero de 1948, 32 personas, la mayoría integrantes del equipo de Santiago Baseball Club, de la liga profesional dominicana de béisbol habían perecido junto a otras personas quienes les acompañaban, entre periodistas, delegados y aficionados, cuando el avión DC-3 de la ya desaparecida compañía aérea Dominicana de Aviación, se había estrellado en la localidad de Río Verde, luego de que el equipo había ganado su partido de liga sobre Estrellas del Sur, en la localidad de Barahona.
Sesenta años después de aquel trágico suceso, los dominicanos recuerdan aún con tristeza, pero también con respeto y honra a quienes sólo por haber jugado bien y ser el equipo que lograba ganarse el carisma de todos los aficionados de su época, fueron víctimas de un hecho del que aún sospechan, fue un accidente provocado de la mano del entonces dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, tanto así, que la fecha es dedicada a todos los practicantes de la pasión deportiva isleña al llamarsele con justa razón, el "Día Nacional del Pelotero" o Día del Beisbolista Dominicano.
Extraemos algunas notas de diarios del hermano país que expresan y relatan lo que fueron aquellos acontecimientos que enlutaron al deporte en su momento, y hasta dónde la envidia y la ira de una persona que a base de sometimiento dejó
a una nación que aún en la actualidad sigue pagando sus secuelas en lo social, económico, político y deportivo, pero que con el paso del tiempo ha sabido poco a poco ha ido logrando superar barreras, al punto de que el béisbol profesional dominicano ha podido sobrevivir y aportado una historia rica en clásicas rivalidades, un colorido espectacular en las gradas y hasta la mayor cantidad de peloteros que solo pudiera compararse con lo que los argentinos tienen con sus futbolistas, en ser los mayores exportadores de talentos en el extranjero.
El Diario Libre, de Santo Domingo, escribió para ese aniversario 60 lo siguiente, escrito por Bienvenido Rojas:
"El domingo 11 de enero, el equipo de Santiago enfrentó a las Estrellas del Sur en Barahona, perdiendo el primer juego 6 por 5, y ganando el segundo, 9 por 2.
Esos dos partidos eran parte del campeonato nacional en el que estaban accionando el equipo Marina de Guerra, Santiago B.B.C., Escogido Mocano, Estrellas del Sur, Estrellas Orientales y Papagayo de La Romana.
Luego del doble choque, los integrantes del equipo Santiago B.B.C., con excepción de Enrique "El Mariscal" Lantiagua abordaron el avión matrículo H-I-6 de Dominicana de Aviación.
El avión, piloteado por el teniente Ramón María Hernando y por el copiloto José del Carmen Ramírez Duval se precipitó en Río Verde, sección Jagüey, de la jurisdicción de Yamasá.
El lunes 12 de enero, el periódico La Información tituló a ocho columnas que un avión de CDA había desaparecido en la cordillera central, pero la confirmación de que en ese avión viajaban los miembros del equipo de Santiago se difundió a las 10:00 de la mañana con dos largos toques de sirena.
El roster del equipo Santiago B.B.C. estaba conformado de la siguiente manera:
Receptores: Enrique Lantigua (El Mariscal) y Antonio Martínez (Toñito)
Lanzadores: Francisco del Villar (Bebecito), Miguel Rodríguez Jiménez (Boquita), Juan Ramón Ramos (Bombo), José Dolores Aybar (Pepillo), Maximiliano Riviera (Puchulán) , Ventura Escalante (Loro) y Alberto Tomás Estrella (Mimo).
Infielders: Manuel Enrique Tatis (Sancho), Fernando Valerio (Nano), Leonte Hernández (Yeyo), Aquiles Martínez, José Jiménez (Toti), Rafael Antonio Raposo (Papiro) y Pedro Antonio Báez (Grillo A) tercera base y mánager.
Jardineros: Juan Bautista Álvarez (Chino), Víctor Saint Claire (Papito Lucas) y Diógenes Antonio Dévora.
Los acompañantes del equipo que perecieron fueron Luis Luquem, periodista; doctor Francisco Luciano Hernández, Arnaldo Cabral, Belarminio López, Carlos Manuel Rodríguez, Manuel Tejada, Virgilio de Peña, Miguel Albaine, Enrique Diloné, Enrique Henríquez, Piro Victoria y el niño Francisco Collado.
En 1959, Fidencio Garris escribió sobre el 11 de enero lo siguente:
'Hoy es 11 de enero. Un once de enero cualquiera, pero el mismo que desde 1948 ha sabido poner nudos de emoción en la garganta de todos los deportistas dominicanos. Sobre las colinas de Río Verde hay un tributo vivo, coreado de tragedia, que se cierne precipitadamente sobre la suerte de toda una masa vigente que aun añora las hazañas del Loro o de Aquiles.
El 11 de enero. El silencio, el eterno silencio de los siglos, sabrá porqué calla en esta hora la voz de Papiro, o de Mimo, o de Boquita, cuando en alas de la gloria buscaron el average supremo de los mil puntos perennes que la inmortalidad guarda desde esta fecha hace once años para Papito, Toñito o Sancho Tatis. Bebecito no tira, ni Puchulán esta en la expectación.
El Grillo puede que todavía este de coach frente a la primera y última oportunidad que le brindó el destino'”.
Sesenta años después, Listin Diario, también de Santo Domingo, describe este posterior a tantos años de la tragedia de 1948:
"Este 11 de enero del
2008 se cumplen exactamente 60 años de la conmovedora desgracia de Río Verde, la cual, no sólo enlutó y entristeció la nación y el mundo beisbolístico, sino que apagó también el entusiasmo de miles de jóvenes que admiraban los ídolos cibaeños del bate y la pelota.
La loma de Río Verde, el lugar exacto, donde terminó la vida, el éxito y el futuro del flamante equipo del Cibao, hoy está tejido de bohucos, forrado de tupidos matorrales y custodiado por feroces avispas caballonas.
El pueblo dominicano siempre creyó que en la tragedia aérea de los peloteros de Santiago, estuvo metida la mano negra del “Sátrapa”. ¿Por qué? Porque la Región del Sur nunca pudo vencer a esos muchachos. Los capitaleños nunca le ganaron un encuentro. Y los equipos del Tirano jamás los superaron.
Los cibaeños siempre pensaron que la historia del accidente de Río Verde fue un relato arreglado como el cuento africano de Kirikú y Karabá.
Ningún equipo del país ha llegado a producir tanta emoción y entusiasmo en un encuentro beisbolístico como lo hicieron los peloteros de Santiago de la década del 40. Esos jóvenes peloteros son héroes que echaban toda su energía, dinamismo y sabiduría en cada uno de sus partidos de béisbol.
Esos muchachos presentaron siempre una actitud de seriedad permanente en cada desafío.
Ellos ponían todo lo que tenían en cada pelota que lanzaban; en cada batazo que daban y en cada atrapada que hacían, por lo que se ganaban el respeto, el cariño y los aplausos del público en cada lugar que pisaban.
Hace ya muchos años que las autoridades del deporte nacional no acuden al lugar de la tragedia como solía hacer siempre el Director General de Deportes, don Horacio A. Veras. Este año los miembros de la Liga Municipal de Deportes “Sor Ana Nolan” del Municipio de Yamasá (LIMUDESAN), acudirán al lugar, allí encenderán 32 velones, harán una hora santa, dictarán un recuento histórico del suceso, colgarán y dejarán ahí la bandera dominicana como homenaje a los peloteros caídos el 11 de enero del 1948.
Cada año estos llegan al lugar y limpian el área. El lugar es difícil para llegar, el paraje está abandonado. Sus caminos y carreteras son temibles. Por allí las viviendas ya son escasas y la imagen de pobreza que se palpa es terrible".
(Fuentes: Listín Diario, Horizonte y Diario Libre de Santo Domingo, República Dominicana
Fotos: Listín Diario y Diario Libre de Santo Domingo, República Dominicana; Microsoft Flight Simulator; y Película "La Fiesta del Chivo" (2006), Cortesía de Lola Films.
Fotomontaje diseño de Todosports).