LA FOSA DE MILWAUKEE

Entre los dominicanos abundan las leyendas de terror sobre la fosa de Milwaukee, una cavidad marina de 8 kilometros de longitud y casi nueve de profundidad que compromete las islas de Puerto Rico e Hispaniola. La más socorrida se refiere a su capacidad para absorber aviones y barcos sin que jamás nadie sepa de su paradero y la amenaza permanente de tragarnos cual monstruo de películas de ficción.
No hay dudas de la peligrosidad de la mencionada depresión submarina en tanto es el punto más profundo del océano Atlántico que, por su cercanía con fallas tectónicas que cruzan dichas islas, hace más vulnerable nuestra casi inexistente seguridad sísmica.
Pero las leyendas, leyendas son. Y, en el caso que nos ocupa, fueron construidas por la gente a partir de la carencia de información oportuna por parte de las autoridades de los organismos correspondientes.
El liderazgo nacional ha sido indiferente frente a las reiteradas advertencias de los expertos sobre las altas probabilidades de ocurrencia de un gran seísmo.
La población está inconsciente de la vulnerabilidad de nuestro territorio y a penas piensa en ello cuando tiembla la tierra. Por eso reacciona alocada al sentir el primer sacudión.
Los constructores de grandes edificios y viviendas individuales violan los principios más elementales de ingeniería sísmica. Nadie, sin embargo, los supervisa.
Es decir, estamos contra la pared.
Una vez más planteamos que la carencia de políticas de prevención y mitigación de desastres nos pone en grave riesgo de ser diezmados por cualquier fenómeno de la naturaleza.
Es lamentable e imperdonable que, sabiéndolo, no actuemos con presteza. (opcion final)

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