Fue una temporada "muy activa", con actividad ciclónica "por encima de lo normal", con 16 tormentas tropicales que generaron ocho huracanes y cinco de ellos de gran intensidad, indicó el reporte del equipo de expertos en huracanes de la Universidad del Estado de Colorado (Estados Unidos, centro).
Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, resultó gravemente afectado.
Las tormentas tropicales Fay y Hanna y los huracanes Gustav y Ike atravesaron territorio haitiano entre los meses de agosto y septiembre y dejaron un total de 793 muertos -466 sólo en la ciudad de Gonaives (norte), la más golpeada- y unos 300 desaparecidos, según la oficina de Protección Civil.
Los cultivos fueron arrasados, vastas zonas completamente inundadas, 22.702 casas quedaron destruidas y 84.625 dañadas por las tormentas.
La comunidad internacional y organismos de ayuda humanitaria tuvieron que responder de manera urgente para dar asistencia a los haitianos, en especial de alimentos y alojamiento, ante la trágica situación.
Una situación similar debió enfrentar Cuba, que se vio entre fines de agosto y principios de noviembre atravesada por una sucesión de tres huracanes: Gustav, Ike y Paloma.
La mayor isla caribeña no lograba recuperarse de un golpe cuando ya tenía otro ciclón en camino en una serie que dejó 7 muertos y un total de 9.000 millones de dólares en daños por la destrucción de medio millón de viviendas, infraestructura y cultivos, informaron sus autoridades.
Con serios problemas de abastecimiento, Cuba recibió ayuda de países de todo el mundo que enviaron donaciones de alimentos y materiales de construcción para reparar viviendas.
Antes de llegar a Cuba, el huracán Gustav también causó destrozos en República Dominicana, donde dejó casi una decena de muertos y en Jamaica, donde 11 personas murieron por el paso del ciclón.
En una temporada sin que ningún huracán alcanzara la máxima categoría 5 en la escala de medición Saffir-Simpson, Gustav y Paloma fueron los ciclones más intensos con categoría 4 y vientos por encima de los 210 km/h.
En Estados Unidos, la llegada de Gustav el 1 de septiembre a Nueva Orleans (Luisiana, sur) puso a prueba el sistema de protección de diques contra inundaciones en la mítica ciudad del 'jazz', que logró resistir tras haber sido reforzado con millonarias inversiones tras el desastre de Katrina en 2005.
Menos de dos semanas después, el 13 de septiembre, otro huracán llegaba a Estados Unidos y amenazaba la producción de petróleo. Ike impactó contra la costa de Texas, frente a la cual se encuentran numerosas instalaciones petroleras, muchas de las cuales fueron dañadas.
El huracán Ike causó gran destrucción, con un saldo total de 52 muertos en su recorrido por territorio estadounidense por el que atravesó 11 Estados. El fenómeno dejó "8.000 millones de dólares en daños cubiertos por los seguros", indicó el informe de la Universidad de Colorado difundido este miércoles.
Se estima que el total de daños que deja la temporada de huracanes 2008 en Estados Unidos supera los 20.000 millones de dólares, según el mismo reporte.
En agosto la tormenta tropical Fay cruzó varias veces en 'zig-zag' la península de Florida (sureste) y dejó gran destrucción e inundaciones y un total de 11 muertos. Republicana Dominicana se vio también duramente castigada por ese fenómeno, con un saldo de cuatro muertos en ese país caribeño.
Para Estados Unidos, "este año fue uno de los más destructivos que se hayan registrado en términos de daños", dijo Phil Klotzbach, uno de los expertos en huracanes del equipo de meteorólogos de esa universidad.
La temporada de huracanes en la cuenca Atlántica se extiende por seis meses, entre principios de junio y fines de noviembre, pero los meteorólogos no esperan ninguna tormenta para los próximos días. (Juan Castro Olivera).
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