Ya es una tradición que los radioaficionados sirvan a su país siempre que es necesario. Cuando ocurren desastres nacionales, los radioaficionados siempre están dispuestos a prestar ayuda con su tecnología y habilidad personal. Si los canales normales de las comunicaciones se ven interrumpidos por alguna catástrofe, los radioaficionados aportan un sistema de comunicaciones de emergencia con las zonas afectadas. Asimismo colaboran desinteresadamente en la ayuda y salvamento de barcos en peligro, en la organización del suministro de medicinas allí donde haga falta, como tras un terremoto, por ejemplo, en procurar las comunicaciones durante y después de los huracanes, tifones y riadas.
Todo radioaficionado es consciente de su deber y responsabilidad de aportar las comunicaciones de emergencia ante cualquier desastre que las haga necesarias y para estar bien preparado suele realizar ejercicios de entrenamiento.
TERREMOTOS E INUNDACIONES: Los radioaficionados están allí. En septiembre de 1985, un tremendo terremoto hizo estremecer a la Ciudad de México y dos días después se produjo otra sacudida más pequeña, pero no menos terrorífica. Amigos, parientes e interesados temían por las personas del área afectada. Todos ellos buscaban noticias sobre la situación en la ciudad de México. ¿Por qué razón acudieron a los radioaficionados en demanda de ayuda? Históricamente los radioaficionados siempre han prestado su esfuerzo desinteresado para conseguir la información vital desde y para las zonas afectadas por un desastre.
El terremoto de México de 1985 destruyó todos los medios de comunicación, especialmente con las zonas rurales, y la radioafición fue la única vía por la que las noticias del desastre pudieron llegar al resto del mundo. Cientos de radioaficionados pasaron días y noches en vela frente a sus aparatos indagando noticias de personas y de las condiciones de supervivencia en las zonas más afectadas. Sólo descansaron y volvieron a sus tareas habituales cuando se hubieron establecido las comunicaciones regulares. Los radioaficionados siempre están dispuestos a prestar servicio en caso de necesidad, aunque el desastre ocurra al otro lado del mundo. No hay distancias para la radioafición. Recordemos el fuerte terremoto que asoló Italia en 1980. Los radioaficionados de Estados Unidos de América pasaron días enteros frente a sus estaciones recibiendo y transmitiendo información acerca del desastre y de los afectados. Las estaciones de radioaficionados norteamericanas e italianas retransmitieron miles de mensajes a familiares y allegados. Quienes se vieron en el trance de tener algún familiar, pariente o amigo en la zona siniestrada acudieron esperanzados a los radioaficionados para indagar noticias acerca de la supervivencia y la salud de sus allegados. Mención especial habría que hacer sobre la denominada CB o Banda Ciudadana (Citizen Band) que debido a que habitualmente se incorpora de modo autónomo a vehículos (conectada a las baterías, sin depender de energía eléctrica centralizada) ofrece una autonomía que en caso de desastres que interrumpen la energía eléctrica con frecuencia son el único medio de comunicación eficaz.
Durante las inundaciones que se produjeron en Bilbao en 1983 fueron las comunicaciones por CB precisamente las que mejor resultado ofrecieron y que fue reconocido oficialmente por el Gobierno Civil que a la postre influyeron notablemente en la legalización de esta modalidad de radio en España. Aunque muchas personas encuentran en la banda ciudadana una actividad radial interesante no debe confundirse la misma con el Servicio de Radioaficionados definido por la UIT, que utiliza frecuencias diferentes y exige diversos requisitos establecidos por las administraciones nacionales para conceder las licencias correspondientes, como por ejemplo exámenes de calificación técnica, conocimientos de radiotelegrafía, etc.
El aluvión que afectó la ciudad de Antofagasta, Chile, en el invierno de 1991, cortó todas las vías de comunicación, tanto telefónicas como terrestres. La rápida acción de radioaficionados de la ciudad y de otras tan lejanas como Coquimbo, permitió en 20 horas contar con un eficiente y profesional operativo en esa ciudad del norte chileno.
Tras el terremoto del Océano Índico de 2004, los radioaficionados de Sri Lanka e India recibieron felicitaciones de sus gobiernos por haber sido el único medio de comunicación aún en servicio.
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